Sobre encuentros sorpresa

Ayer, en un paseo improvisado por un pequeño monte a las afueras de la ciudad de Santander tuve un encuentro, de esos mágicos, que no se olvidan en la vida.
Tras caminar varios minutos por un hermoso bosque de laureles llegué a un aclarado en la espesura cantábrica y allí, desparramadas por el suelo, se veían florecillas blancas. Me detuve con el corazón en un puño, conocía esas flores, las conocía muy bien por que eran flores de fresa. No de esas plantas de hoy día que dan fresas gordas e insípidas, que se encuentran en cualquier invernadero o vivero, no, estas eran las auténticas, las originales, las bravas y salvajes fresas silvestres que recuerdo al borde de los caminos (sin asfaltar o encementar) en mi niñez y de las que desde hace al menos veinte años no tenía constancia alguna sino de su "misteriosa" desaparición por el Valle del Jerte.
Recordaré este encuentro con cariño, y con nostalgia también, ya que no desaparecieron de mi entorno por que quisiesen, lo hicieron por que los seres humanos lo ocupamos todo, nuestro espacio, y el de los demás.
Conciencia Simbiótica. Tú serás motivación.

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